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11/27/2007

Letras Siniestras (Cap. I)
Y que me llevas lejos
Por Ángel Ruiz*

He recorrido el edificio en ruinas de arriba abajo, donde solíamos escondernos de todo, hasta de nosotros mismos, hablar libremente y gritar buscando ecos.
He bajado al fin de nuestra historia tantas veces vivida: el sótano del edificio en ruinas con su oscuridad y sus siniguales ruidos de alimañas, donde me decías “tengo miedo” y yo te abrazaba.
Pero esta historia ya no es la misma, no porque ya no estés tú, sino porque nunca notamos que el elevador aún funcionaba.
Decidí probar, las puertas se abrieron y de adentro salieron despavoridas las ratas y otras sabandijas que desconozco. Aplasté donde decía “L” y sentí que no subía, sino que bajaba y la velocidad aumentaba.
Probé desesperado todos los botones y lo único que conseguí fue que la luz se apagara, luego sentí un calambre y saqué el encendedor que siempre llevaba porque no sabía cuándo se te ocurriría sacar un cigarrillo.
Alcancé a ver la huida de la viuda negra. Mi pierna se adormeció y me sumí en una fiebre asfixiante. Delirante miraba que insectos subían por mi piel y trataba de matarlos con una mano, pero no tenían fin.
Encendí la flama nuevamente, ahora había enanitos frente a mí danzando, proyectando sombras gigantescas. Una gata paría y enseguida se comía a sus gatitos y sus pequeños cráneos crujían entre los dientes. Las ratas me arrastraban entre todas como hormigas llevando migajas en una carrera alrededor.
El elevador descendía sin freno a profundidades inconcebibles para el diámetro del planeta.
No sé cuánto tiempo ha pasado. Sólo sé que estás aquí. Mi pierna comienza a cobrar movilidad. No existe una ventana para saber hacia dónde seguimos cayendo en este elevador.
Tú me dices que nunca llegaremos a ninguna parte, que vivamos así, sin separarnos jamás.

*El autor es el editor de este blog.