Letras Siniestras (Cap. VIII)
Nada me satisface
Por Ángel Ruiz*
Esta tupida lluvia nocturna que nos moja mientras de prisa caminamos como si supiéramos de algún lugar a donde llegaremos para guarecernos.
Pero no, lo hacemos por la excitación que sentimos de ir abrazados por primera vez, somos dos niños que reímos a carcajadas con los rostros húmedos y fríos que intercambian besos de agua.
Qué curiosa es la vida, ayer precisamente en otra noche de lluvia helada, mientras manejaba sin el deseo de llegar a ninguna parte, pensaba:
"Nada me satisface, es como entrar en un gran almacén de ropa y cuando por fin crees haber encontrado alguna prenda de tu gusto, le encuentras un detalle, una figura, un bordado, algo que no te agrada y que por eso ya no la compras.
Vivo una vida de insatisfacciones. He manejado minutos y minutos, tal vez ya he pasado la hora, pero no puedo parar, pues si me bajo enfrento mi realidad insatisfecha. De qué sirve ocupar mi lugar si no está lleno, le faltas."
Pero vayamos, apartaremos un pedazo de la madrugada para tomar el café en el aeropuerto. Solía tomarlo sin ti en ese café panorámico, desde donde miraba los aviones que iban y venían sobre la pista y la gente que arribaba o partía por los andenes.
Aquellas veces, imaginaba que iba a esperarte de tu largo viaje, lo cual sabía que no podría ser cierto, pues nunca habrías regresado por esta terminal aérea. Pero qué más daba, si eran solamente fantasías.
-Lo extrañábamos joven, usted es el único cliente que viene a estas horas de la madrugada –decía el mesero. –¿Cafecito como siempre?
-Sí gracias.
-¿Trabaja usted en el aeropuerto? –Era la primera vez que el mesero me hacía esa pregunta.
-Mmm... no precisamente, me envían a recoger gente que llega en vuelos nocturnos -Mentía por necesidad.
Algo me motivaba a confiarle la verdad, pero hubiera sido un absurdo haberle dicho que en realidad recibía a vampiros de intercambio que viajaban desde diversas latitudes.
*El autor es el editor de este blog.